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Constanza Llantén M.

4to Medio

Siempre he criticado y nombrado a mi madre como acaparadora, siempre guarda cosas que según ella servirán en un futuro y según yo son solo objetos inútiles que ya cumplieron su labor conmigo. La verdad es que toda la vida he sido así, primero me aferro mucho a algo por un período de tiempo, luego me aburro y llega algo nuevo. Pero, ¿Y qué pasa si no llega algo nuevo? Es eso lo que siento ahora. Estoy estancada.

Como toda niña consentida han pasado varios objetos por mis manos, mucho tiempo mi mamá me regalaba cosas como juguetes, ropa, comida, en realidad lo que quisiera y todo para no sentirse tan culpable de dejarme tan sola. Era su idea de parche en la herida.

Retomando la idea de los regalos, considero que uno de los más importantes fue la primera muñeca Monster High que tuve. Recuerdo que estaba muy emocionada de que mi mamá me la trajera de su viaje a Santiago. Me desperté a las 6:30 am, tomé desayuno y rápidamente fui a ver la tele donde daban ''Los Imaginadores'' mientras esperaba la llegada de mi mamá y la añorada muñeca. Y siendo sincera, no recuerdo el significado que tenía la muñeca para mi, no recuerdo el porqué la obsesión con la muñeca. Llegaron tantas mas de tantos colores, ropas y zapatos que ya no encontraba la muñeca que yo buscaba.

En la realidad de todos, eran muñecas delgadas, con tés de distintos colores, ropas y zapatos excéntricos y el pelo llamativo. Llegaron junto a un serie en la cual la trama era que la hijas de los monstruos como Frankenstein o Drácula iban a un instituto hecho solo para monstruos adolescentes. Estas muñecas tenían distintas personalidades, por ejemplo Cleo era hija de un faraón y era toda una diva, o Clowdin, hija del hombre lobo, era muy atlética y muy amigable ya que tenía muchos hermanos.

Pero en mi realidad las muñecas eran grises, no había mucha diferencia entre ellas a pesar de tener

distintas cualidades, tenía mares de ellas que me sentía perdida a veces. De tener colores tan explosivos se tornaban opacas hacia mis ojos. Jugaba con una un período de tiempo y luego llegaba otra, a veces ya ni pedía las muñecas, llegaban a mis manos sin anhelarlas , ya era más pasatiempo de mi mamá que mío. No digo que ya no me gustaban, pero a veces intentaba jugar con ellas y ya las guardaba.

La verdad siento que el contexto de mi entorno alimentaba la situación, no se si todas la mamás de las niñas del curso, pero la gran mayoría se mandaban entre ellas los links donde compraban tal muñeca o si alguna la encontraba en un lugar físico, compraba para todas y entre ellas arreglaban. Y esto no sucedía solamente con la muñecas, sino también con la ropa, los lápices, juguetes, etc. Gracias a estas situaciones había muchas peleas entre las chicas, todas acusaban que la otra le había copiado, me molestaba mucho esta actitud.

Considero que esas muñecas en particular, ayudaban mucho a los niños a poder recrear mientras

jugaba, la vida que llevaba a cabo, las situaciones por las que ha pasado por más o menos cotidianas que sean, y los sentimientos que ha experimentado, dado que las muñecas tenían distintas personalidades, se podían identificar con alguna. Lo que creo y sigo pensando sobre lo que me pasó a mí con las muñecas es que me perdí. Ya no podía identificarme en la que fuera, tenía tantas opciones que me desesperaba y prefería quedarme así, sin jugar. También es algo que predominaba y predomina a veces en mi, me estanco y me quedo parada, prefiero no tomar ni una sola acción antes de cometer un error. Y el error es una palabra que me aterra.

Hace unas semanas comencé el relato con que estaba estancada, pero al día de hoy, 16 de mayo del 2022, tengo una dirección y me estoy acercando a ella.